jueves, 25 de febrero de 2016

SOCIEDAD

Abrir la mente, el corazón, los días.
La vida no puede ser existir, vegetar, pasar los días sin más.
No puede ser quedarse atrapado en convenciones e inercias, en un mar de conformismo, en la aceptación serena de cómo son las cosas.





La vida es luchar, es soñar, es imaginar algo que aun no está y lanzarse a conseguirlo.
Es equivocarse  y acertar. Es dejarse golpear por las palabras, por las noticias, pero también dejarse acariciar hasta el extremo.
La vida no puede ser encerrarse en lo ya sabido, sino abrirse al mundo, al otro.

                                                   
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EL PELOTON QUE FUSILO A LORCA.

(Publicado recientemente en la prensa)


La cara es el espejo del alma, dice con voz queda Miguel Caballero, el investigador que cerró el gran puzle de la muerte de Federico García Lorca con la identificación de quienes apretaron el gatillo: el pelotón que fusiló al poeta en Granada. Mariano, Benavides, Salvaorillo, Fernando, Antonio y Cascales. Cinco hombres sin piedad y uno con remordimientos.

Mientras recita sus nombres, Caballero contempla una vieja foto de Mariano, el jefe mal encarado del piquete de ejecutores. "Era de carácter frío para fusilar", añade como queriendo completar el retrato.




Madrugada del 17 de agosto de 1936. El termómetro marca 16 grados. Solo los haces de luz de dos coches cuyos motores runrunean en el silencio rompen la oscuridad sobre el barranco de Víznar. En el segundo automóvil, un Buick descapotable de color rojo cereza, hace Federico su último viaje. A su lado lloran su maldita suerte dos banderilleros anarquistas y un maestro cojo con muletas. Se detiene la comitiva y empiezan los empujones, en la curva a la derecha que hay a la altura del cortijo Gazpacho.


Cuatro hombres saben que van a morir. Seis, que van a matar, porque la guerra los ha convertido en verdugos. Matarifes del disparo en la nuca, o en la frente, por la promesa de 500 pesetas de sobresueldo y un ascenso como guardias de asalto.


Quizá Federico estaba muerto antes de recibir los dos tiros de gracia. ¿Cómo no morirse al ver entre quienes te dan el paseo a aquel pariente de tu padre, el Benavides? Después anduvo el indeseable voceando por Granada el pim-pam-pum: "Le he dado dos tiros en la cabeza al cabezón". Frase que un compinche suyo, fanfarrón y mentiroso porque nunca estuvo allí, reformularía en los bares para pasar a la historia de la infamia: "Le he dado dos tiros en el culo por maricón". Era un pelotón secreto, hasta hoy. Aquella madrugada -el reloj no daba las cuatro-, el cabo Mariano dispuso de su escuadra al completo. Todos con sus pistolas Astra (modelo 902 calibre 7,65 mm) al cinto y sus fusiles Mauser (modelo 1893) llenos de munición. Todos para hacer verdad, de manera póstuma, el verso que Federico había escrito -y tachado luego- el Poeta en Nueva York: "Y me ofrezco a ser devorado por campesinos españoles". 


Hijo de jornaleros era Mariano Ajenjo Moreno, jefe del piquete y, con 53 años, el más veterano de los seis matarifes. Y Antonio Benavides Benavides, nieto de la hermana de la primera mujer del padre de Lorca, también tenía sangre de campo, por más que durante 10 años probara suerte como emigrante en Buenos Aires y, antes, su 1,64 de estatura le impidiera seguir la carrera de las armas, en la que destacó por su fiereza y crueldad en la guerra de Marruecos. Terminó sus días en una vida depravada. 


Todo lo suyo, y lo de Salvador Varo Leyva, Salvaorillo, el hijo huérfano de un zapatero de Chiclana; y lo de los campeones de tiro Juan Jiménez Cascales y Fernando Correa Carrasco; además del historial de Antonio Hernández Martín, con el que se cierra el pelotón, está en sus expedientes militares, que fueron la piedra de toque con la que Miguel Caballero pudo contrastar y cerrar su investigación, después de tres años y medio de labor detectivesca en registros civiles, cementerios y charlas con los más viejos del lugar. 


Porque todos los que vivieron las últimas horas de Lorca, desde su detención en la casa familiar de su amigo Luis Rosales, donde se hallaba alojado, hasta que su cuerpo fue arrojado sin vida a una fosa frente al cortijo Gazpacho, están muertos salvo la mujer que le llevó su última cena. 


Se llama Eva María Rocaberti, tiene 101 años y la memoria roída por el alzhéimer. Vivía en Víznar con su marido, Manuel Martínez Bueso, hombre de confianza del capitán al mando de las tropas en el frente de Víznar, José María Nestares. Aunque fueran tiempos de gran matanza (la sublevación de Franco contra la II República había empezado un mes antes), los verdugos del fusilado más famoso de la Guerra Civil no han podido hacer desaparecer sus nombres de la Historia. 


Coincidiendo con el 75 aniversario de la matanza (y del inicio de la guerra), Caballero los ha desenterrado, sin más propósito que contar toda la verdad. El teniente coronel retirado de la Guardia Civil Nicolás Velasco (mano derecha del gobernador de Granada), fue quien, en ausencia del funcionario, ordenó la detención y posterior traslado de Lorca al barranco. Las acusaciones, poco claras, se han relacionan con su afinidad con el Frente Popular y su abierta homosexualidad. 


El investigador sugiere que el dramaturgo fue víctima de un ajuste de cuentas entre familias. Su padre, Federico García Rodríguez, estaba enfrentado a las familias Roldán y Alba. Velasco era protector de los Roldán. 


13:30 del 16 de agosto. El exdiputado derechista Ramón Ruiz Alonso, el falangista Federico Martín Lagos y el abogado Juan Luis Trescastro (rival político, años atrás, del padre del poeta) se presentan en el número 1 de la calle Angulo de Granada, el domicilio familiar de los Rosales, para llevar detenido a Lorca (quien había buscado refugio en sus amigos, tras ser golpeado una semana antes por un piquete de exaltados) al Gobierno Civil. De allí, caída la noche, sería traslado en coche a La Colonia, en Víznar, un viejo molino que funcionaba como centro de detención y corredor de la muerte para quienes iban a ser fusilados sin juicio ni procedimiento penal. 


Y allí, apartados de la vista de todos es donde se cruzan los destinos de Lorca y el pelotón del cabo Mariano. "Llegó sobre las 11:30 o 12 de la noche", dejó dicho Nestares en una entrevista, a finales de los 60, con el investigador Eduardo Molina Fajardo. 


"Yo estaba dormido", proseguía su relato Nestares, "y entró y me despertó el teniente de asalto Martínez Fajardo. Me dijo que llevaba una orden para fusilar a cuatro. Uno de ellos era Federico. A mí me molestaba atrozmente esto. Llamé a Manolo Martínez Bueso para que los guiara, los vigilara y presenciara la ejecución". 


Pero fueron uniformados de Nestares quienes mataron a Lorca. "Eran soldados sin sentido de culpa. Solo uno, que sepa, dio muestras de sufrir las ejecuciones como un martirio. Era Jiménez Cascales", dice Caballero. "Esto no es para mí", se lamentaba cuando Nestares lo asignó por su precisión como tirador. Quienes convivieron con él temieron que terminara loco. 


Han pasado 75 años y Caballero, el investigador, abre los brazos en cruz marcando sobre la tierra el lugar donde él cree que fueron ejecutados y sepultados Federico García Lorca, los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Juan Arcoya Cabezas y Don Dióscoro, el maestro cojo de Pulianas que les contaba a sus alumnos que Dios no existía. 


"Por aquí, por aquí...". El sitio dista 400 metros del que señaló el biógrafo lorquiano Ian Gibson y donde la Junta de Andalucía realizó hace poco la célebre, y fallida, excavación en busca de Lorca. 


"De los banderilleros -explica- Galadí era el más peligroso". Que los fusilaran con Lorca fue puro azar de aquellos días atroces. A Lorca nadie lo olvidará. Él se quedó sin nadie en vida. De niño le mataron a su padre, un guardia forestal, su madrastra y un hermanastro. Al morir, nadie reclamó su cuerpo. Terminó en un osario común. Dicen que fueron dos tiros. Que iba en pijama.








El peor atraco jamás contado

Un grupo de atracadores roba un cajero automático en Marinaleda con la ayuda de un tractor, pero se les cae en la huida y tienen que huir sin el botín
Hicieron tanto ruido arrancando la máquina que despertaron a todo el vecindario y la carretera de escape estaba atascada por una feria
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·         CHEMA RODRÍGUEZ
·         Sevilla
09/08/2016 14:14




No pudo salir peor. Ni los guionistas de 'Atraco a las 3', la famosa película dirigida por José María Forqué y protagonizada, entre otros, por José Luis López Vázquez, podían haber imaginado una historia tan esperpéntica. Los protagonistas, seis atracadores (uno más, uno menos), con los rostros tapados y las cabezas enfundadas en sombreros de paja. El objetivo, el cajero automático de una sucursal bancaria de la Caja Rural del Sur. Y el escenario, el no menos peculiar municipio de Marinaleda, poco más de 2.000 habitantes dirigidos desde siempre por el histórico dirigente jornalero Juan Manuel Sánchez Gordillo, que se vanagloria de que en su pueblo no hay policía local.
El atraco, si se le puede llamar así, ocurrió en torno a las 3.30 horas de este lunes en la avenida de la Libertad, en pleno centro de Marinaleda. Allí tiene la Caja Rural del Sur una pequeña oficina con cajero automático en el exterior y cámaras de seguridad, aunque nunca antes habían justificado su existencia. A esa hora, los vecinos despertaron sobresaltados por un estruendo, el ruido que habían hecho los atracadores al arrancar, de cuajo, el cajero de la sucursal con la ayuda de un tractor que habían robado poco antes en una nave de la misma localidad.
A la fuerza, a golpes, destrozaron la oficina bancaria y se apoderaron de todo el cajero. En la operación, según han relatado algunos vecinos a este periódico, tardaron alrededor de quince minutos en los que no faltó público. Muchos de los habitantes del entorno asistieron boquiabiertos a las maniobras de los ladrones, que llegaron a amenazarles de muerte para que no avisasen a las autoridades, aunque algunos no les hicieron caso y avisaron a la Guardia Civil.


El tractor usado para el robo, abandonado a las afueras de Marinaleda.
EL CORREO
Dado que en Marinaleda no hay cuartel del instituto armado y tampoco Policía Local, los asaltantes trabajaron con tranquilidad y lograron llevarse el cajero. Lo ataron al tractor y se marcharon en el vehículo, pero ahí acabó su suerte. Cuentan que el vehículo iba circulando hacia la salida del pueblo haciendo eses, de forma que que el cajero se acabó soltando y aunque intentaron abrirlo como pudieron no fueron capaces. También trataron de subirlo a una furgoneta blanca con la que habrían huido, pero el esfuerzo fue en vano.
Por si fuera poco, la carretera que eligieron como vía de escape tenía a esa hora un tráfico inusitado porque El Rubio, el municipio al que conduce, estaba en fiestas. A pesar de eso, los atracadores consiguieron escapar, aunque el botín se quedó atrás.
La Guardia Civil encontró la caja fuerte muy cerca del tractor abandonado, junto a un restaurante a pie de carretera y trata ahora de identificar a los asaltantes con la ayuda de las grabaciones de las cámaras de seguridad del banco, aunque por ahora siguen llevando ventaja.

Pese al desastroso asalto (para los atracadores), parece que el golpe había sidorelativamente planeado. Los vecinos de la avenida de la Libertad vieron el sábado pasado a unos individuos desconocidos merodear por los alrededores de la oficina bancaria y también parece que tenían visto de antemano el tractor que utilizaron


La verdadera historia de "María la portuguesa", la prostituta de buen corazón
Ni se llamaba María, ni era portuguesa.

Publicado9 en EL ESPAÑOL por DAVID LÓPEZ FRÍAS @lopezfrias
02.07.2016 

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5 de enero de 1985, 3 de la tarde. Un joven contrabandista onubense carga cuatro cajas de marisco en su patera, en la ribera portuguesa del Guadiana, para venderlas de forma clandestina en la costa de Huelva. El río es la frontera natural entre el último pueblo de España, Ayamonte, y el primero de Portugal, Castro Marim. Aún no hay puente y sólo se puede cruzar en barco. El contrabandista se llama Juan Flores, ayamontino de 35 años, casado y con dos hijas. Es víspera de Reyes y Juan realiza el encargo para, con lo que cobre, comprarle una muñeca Nancy a las pequeñas.
En el momento de zarpar aparece una patrulla de la guardia costera portuguesa, los conocidos como “guardinhas”. El cabo António Nunes (recién llegado de la Guerra de Angola) se acerca al contrabandista y, sin darle el alto, le descerraja dos tiros a bocajarro. Uno le atraviesa el abdomen. El otro le perfora el corazón y lo mata en el acto.
LA MISTERIOSA MUJER DE NEGRO

El asesinato se comete en tierras lusas, por lo que el cuerpo es trasladado a una morgue de Portugal. Allí, el contrabandista no tiene a nadie que vele el féretro. La familia reside en Ayamonte y no puede ir a reconocer el cadáver hasta que zarpe el primer transbordador hacia Portugal a la mañana siguiente. Y en lo que debería haber sido un velatorio desierto, una misteriosa mujer, vestida de negro, permanece durante toda la noche al lado del féretro.
El crimen salta a los medios de comunicación y provoca una revuelta ciudadana en Ayamonte. Miles de vecinos salen a la calle protestar por el asesinato a sangre fría de su paisano. Todos los coches con matrícula portuguesa estacionados en la ribera española son apedreados o lanzados al río Guadiana por ayamontinos furiosos. El suceso se convierte casi en un asunto de estado y provoca conflictos diplomáticos. Para intentar enfriar los ánimos, el cadáver no es trasladado a Huelva hasta el día 9 de enero (paradójicamente, la fecha de cumpleaños del difunto). Durante esos 4 días, la misteriosa mujer de negro permanece firme velando el cadáver, sin relacionarse con nadie y esquivando todas las preguntas que le formulan. Sólo comenta que se llama “María”.


La mañana del 9 de enero se autoriza la repatriación del cadáver, que es trasladado en el transbordador. La misteriosa mujer de negro ruega que le dejen subir. Los allegados del finado se niegan. El barco zarpa hacia España con el féretro. Aunque la mujer se queda en tierra, cuando el barco atraca en Ayamonte, ella ya está allí. Ha logrado cruzar el río antes que el transbordador y nadie sabe cómo.
Los periódicos de la época publican fotos del multitudinario funeral. Los vecinos pasean el ataúd de Juan Flores por las calles de Ayamonte. Y en primera línea del cortejo fúnebre, vestida de luto riguroso y con una corona de flores, se encuentra la misteriosa mujer, tal y como recogen las instantáneas que publican los medios locales.
UN CRIMEN CONVERTIDO EN HIMNO
El mítico cantante granadino Carlos Cano conoce la historia y empieza a trabajar en una copla basada en el suceso. La concluye en 1986 y se publica en 1987. La titula “María la portuguesa” y se acabó convirtiendo en el mayor éxito de su carrera. Es su canción más reproducida y ha sido versionada por artistas como María Dolores Pradera, Joaquín Sabina, Dani Martín o Enrique Urquijo. La tonada acaba de cumplir 30 años.
Pronto empezaron a circular infinidad de rumores sobre la identidad de María, la misteriosa mujer de negro que protagoniza la canción. ¿Era un amante del asesinado, como apunta la copla? ¿Era una socia del negocio del contrabando? ¿Era, sin más, una persona de buen corazón que se apiadó de la soledad del finado? ¿Mató el "guardinha" a Juan Flores en un ataque de celos por María?
La letra de la canción, en fragmentos: 
"En las noches de luna y clavel,
de Ayamonte hasta Villareal,
sin rumbo por el río, entre suspiros,
una canción viene y va.
Que la canta María
al querer de un andaluz.
María es la alegría
y es la agonía
que tiene el sur..."
LA VERDADERA IDENTIDAD
Ahora, coincidiendo con el 30 aniversario de la creación de la copla, EL ESPAÑOL desvela la identidad de “María la portuguesa”, que ni se llamaba María, ni era portuguesa. Su nombre era Aurora y era española. . Aún hoy, Aurora es un símbolo en ese municipio. Fue una mujer adelantada a su tiempo. Prostituta de lujo (y orgullosa de ello), sus clientes formaban parte de lo más granado de la alta sociedad portuguesa. Con 60 años dejó de ejercer y empezó a vivir del contrabando. A los pocos años empezó a tener problemas mentales y sufrió síndrome de Diógenes. 
“María la portuguesa” se llamaba en realidad Aurora Murta Gonzaga y nació en Ayamonte (Huelva) el 23 de agosto de 1923. Curiosamente, el nombre con el que fue bautizada al nacer sí que fue María. María de los Ángeles. Su madre falleció durante su parto y de su padre nada se sabe. Fue criada por una pareja de vecinos, española ella y portugués él.
EXILIADA POR LA GUERRA CIVIL
En septiembre de 1936, este vecino portugués que ejercía de padre iba a buscar a su esposa con una rosa en la solapa. Fue confundido con un militante socialista, apresado y enviado al paredón. Cuando estaba a punto de ser fusilado, los militares reconocieron su error -“Éste es un portugués que pasaba por aquí y no se ha enterado de nada”- y fue liberado. Pero haber visto la muerte tan de cerca le llevó a tomar la decisión de escapar de la guerra y volver a Portugal. Se llevó a su mujer y a su hija adoptiva. Allí, para no tener que dar explicaciones sobre la verdadera identidad de la adolescente María de los Ángeles, la inscribieron con un nuevo nombre y los apellidos del matrimonio. La hicieron pasar por su hija biológica. Así nació, con 13 años, Aurora Murta Gonzaga. O al menos su nueva identidad.
Aurora se mudó con su familia adoptiva a Vila-Real de Santo António. Allí, la que pasaría a la posteridad como “María la portuguesa” era conocida como Aurora “La Española” o “La Salerosa”, o “La Malhablada” por su tendencia a utilizar tacos en su vocabulario. Enseguida se hizo popular entre sus vecinos por varios rasgos inconfundibles de su carácter: su fuerte personalidad (agresiva y violenta en ocasiones), su sentido del humor, su carisma desbordante, su humanidad y su apasionamiento por los hombres.
Aurora se casó con 17 años con Lino Santos, un portugués que trabajaba en los astilleros del puerto y del que se enamoró perdidamente. Con Lino tuvo un hijo, pero rompieron la relación porque ella decidió que no era “mujer de un solo hombre”. Tenía 35 años, abandonó a su marido y empezó a ejercer la prostitución para salir adelante. Su hijo, avergonzado del trabajo de su madre, decidió irse voluntario a luchar a la Guerra de Angola. Jamás regresó.

Lino, nieto de Aurora, muestra una foto de su padre y su abuela David L. Frías
A Aurora le encantaban los bares y las fiestas. La noche era su hábitat natural. Y no tardó en darse cuenta de que su porte, su físico privilegiado y su gracejo natural le permitían relacionarse con la alta sociedad portuguesa. Era una mujer de cuerpo escultural, pelo claro, ojos enormes y siempre vestida de forma elegante. Fue así como empezó su carrera de lo que hoy se conoce como “escort” (prostituta de alto standing). Entre sus conquistas se contaban jueces, capitanes de barco, políticos o toreros. Cuando subió su nivel adquisitivo, abandonó la degradada casita que ocupaba en Lazareto (el barrio más pobre de Vila-Real) y se mudó a una casa más amplia y lujosa en el cercano pueblo de Hortas.
"... que conoció a ese hombre
en una noche de vino verde y calor.
Y entre palmas y fandango
la fue enredando, le trastornó el corazón.
Y en las playas de isla
se perdieron los dos.
Donde rompen las olas, besó su boca
Y se entregó..."
RECHAZÓ A LA REINA DE INGLATERRA
Su único descendiente vivo, su nieto Lino Santos, confirma que su abuela ejerció la prostitución durante la mayor parte de su vida: “Ella proclamaba sin pudor que era una puta fina; sus clientes eran pudientes e importantes”. Lino aún conserva una caja con los escasos recuerdos que le quedan de su abuela. Uno de ellos confirma la relación que tenía Aurora con la alta sociedad europea: se trata de una invitación a una fiesta de Navidad que daba la Reina de Inglaterra en el Palacio de Buckingham para celebrar el año nuevo. A este festejo fue invitada por un patrón de trasatlántico que se enamoró de ella. Aurora declinó asistir porque “son muchas horas en barco 'pa' una fiesta”.

Otro de sus clientes más famosos fue Ricardo Chibanga, el primer torero negro de la historia. Nacido en Mozambique, Chibanga la invitaba a ir a la plaza siempre que toreaba en Vila-Real y le brindaba los toros. Cuenta el nieto de Aurora que “una tarde estábamos viendo la corrida y Chibanga sufrió una cogida. Ella, sin soltarme de la mano, salió corriendo de las gradas y, esquivando a la seguridad, se coló como una loca en la enfermería gritando '¡Que me matan a mi negro!', mientras yo no entendía qué estaba pasando”. Finalmente, Chibanga sobrevivió.


Que Aurora ejerciese la prostitución en su casa enojó sobremanera a los vecinos. Su nieto Lino recuerda que en una ocasión la intentaron echar de su casa. Un nutrido grupo de vecinos y vecinas se presentaron en su casa amenazándola con desahuciarla “por ser una puta”. Ella, lejos de arredrarse, salió a la calle, se encaró con una mujer y, chillando en español, le espetó: “¿A mí me vas a llamar puta, cuando tú engañas a tu marido y encima no cobras?”. Luego se giró hacia otra vecina y le gritó: “Y tu marido querrá echarme, pero se acostó conmigo anoche”. Tras ese episodio, los vecinos no volvieron a amenazarla y la dejaron vivir (y ejercer) tranquila.
Aurora siempre se declaró una apasionada de los hombres, pero jamás dejó que la sometiesen. Fue, según sus vecinos, “una adelantada a su tiempo. Ella siempre mandó sobre los hombres que pasaron por su vida. Un alma libre. Nunca le importó el “qué dirán”. Al contrario, le gustaba provocar. Hacía bandera de ser una prostituta en una época en la que la sociedad era profundamente machista y conservadora. Era una revolucionaria. Mientras la inmensa mayoría de las mujeres no podían salir a la calle sin estar acompañada de sus maridos, Aurora cambiaba de pareja más que de camisa”, rememora Liset, una vecina de Vila-Real que ahora tiene 90 años.
Pero no sólo ejercía la prostitución por dinero. El principal rasgo diferencial de su personalidad, además de su fuerte carácter, era su gran corazón. Por eso era capaz de encamarse con el patrón de un barco para conseguir que le diese trabajo a su vecino, “que el pobrecito tiene 4 hijos, está en el paro y necesita echarse a la mar”. Es anécdota la repitió con orgullo hasta el final de sus días, según cuentan en la residencia de Manta Rota (Algarve) donde falleció en 2011. 
PERSECUCIONES POLÍTICAS
Y es que lo que definía a Aurora Murta Gonzaga era su infinita humanidad. No tenía ningún reparo en meterse en líos si eso suponía poder ayudar a sus semejantes. En una ocasión, el artista portugués Manuel Cabanas (xilógrafo) se encontraba en Vila-Real huyendo de la policía política portuguesa que le perseguía por motivos ideológicos. Eran los tiempos de la dictadura de Salazar y nadie en el pueblo, por miedo, quería dar cobijo a Cabanas. Aurora lo escondió en su casa durante tres días. Cuentan los vecinos que la policía registró todas las viviendas del pueblo menos la de Aurora. Algunos dicen que porque no creían que fuesen a encontrar al artista en casa de una prostituta. Otros, que Aurora se enfrentó con los agentes y les impidió entrar en su morada. Sea como fuere, Cabanas consiguió burlar a las autoridades y se salvó.


Aurora tenía bien diferenciado el papel de los hombres en su vida: por un lado estaban sus clientes, que le permitían vivir de forma holgada. Por otro lado estaban sus amantes: “Se encaprichaba enseguida de un hombre y lo amaba con todas sus fuerzas. Sufría, lloraba de amor, se peleaba, agredía… y tan pronto como le venía el enamoramiento, se le pasaba y echaba al amante de turno de su casa para colgarse de otra persona”, reconoce su nieto.
Su físico le dio para prostituirse hasta los 60 años. Ahí empezó el declive físico. Se quedó sin clientes y decidió dedicarse al contrabando. Compraba en Portugal y revendía más caro en España. “Ella pasaba de todo por la frontera: tabaco, azúcar, marisco… y los guardias fronterizos hacían la vista gorda porque era muy conocida y la quería todo el mundo”, confiesa otra vecina que vivió aquella época. 
Recuerda esa vecina que "una vez nombraron a un inspector fronterizo nuevo, que venía de la ciudad de Faro, para controlar el contrabando. No la conocía y cuando la vio pasar la detuvo para preguntarle si llevaba algo clandestino bajo la ropa. Ella se burló del agente y le contestó 'que sí, que lo llevo todo metido en el shosho'. El inspector se enojó y la amenazó con detenerla. Aurora, en lugar de amedrentarse, se subió el vestido, se bajó el sujetador y, enseñándole los pechos, le gritó al agente. “¡Este es el contrabando que me dio mi madre!”. A pesar del incidente, ni acabó detenida ni le consiguieron requisar nada. 
"¡Ay, María la portuguesa!
Desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado por las tabernas.
donde bebe vinho amargo.
¿Por qué canta con tristeza?
¿Por qué esos ojos cerrados?
Por un amor desgraciado,
por eso canta, por eso pena".
EL ROMANCE QUE NO TAL VEZ FUE
Fue en aquella etapa cuando conoció a Juan Flores, que por entonces contaba 35 años. La canción le atribuye un romance con el contrabandista de Ayamonte asesinado la víspera de Reyes. Y aunque Aurora fue una mujer que tuvo mil idilios, el que la convirtió en protagonista de una canción (y por ende en leyenda) es tal vez el único que no fue tal. Esa es la teoría que sostiene la familia de Flores. Su hija Lola lleva varios años inmersa en una cruzada que pretende “limpiar la memoria de mi padre. No tenía ningún ligue con esa mujer. La conocía de Ayamonte y del contrabando. La versión del romance es la más aceptada porque lo dice una canción, pero además de ser falsa, le hace mucho daño a mi familia”. Sobre todo a su madre, que según asegura Lola “quedó muy tocada emocionalmente de aquel suceso y no se llegó a recuperar”.
Lola pide “que no se olvide que se trata de una canción que Carlos Cano compuso como quiso. No hay un rigor histórico. Está basada en un suceso pero no lo relata. De hecho, en la letra hay otro error, porque dice que el protagonista llevaba langostinos de contrabando. Lo que llevaba mi padre eran 4 cajas de cigalas”.


El nieto de Aurora también se apunta a esa tesis. Cuando mataron a Juan Flores, Aurora ya tenía 63 años y no ejercía la prostitución. Su nieto, Lino, reconoce que “eso tampoco significa nada, porque a esa edad ella tenía un novio treinta años más joven que ella. Nadie sabe si mantenían una relación, porque ambos están ya muertos y es un secreto que ambos se han llevado a la tumba. Pero yo descartaría que hubiese amor de por medio. Tal vez se trataba de alguien con quien trataba por asuntos de contrabando y le tenía cariño. Él traficaba con marisco y ella con cualquier cosa”.
Hay incluso una tercera teoría. “Ella ayudaba a todo el mundo. Aunque tenía un carácter tan irascible, no soportaba ver a las personas sufrir. Así, si vio a un andaluz asesinado en Portugal sin familia que le velase, probablemente decidió quedarse con él por pena. Porque ella además siempre se sintió muy andaluza y muy española. Siempre que veía a un español pasarlo mal en Portugal le tendía su mano”, sugiere Lino.
"Dicen que fue el "te quiero"
De un marinero, razón de su padecer.
Que en una noche en los barcos
del contrabando, p'al langostino se fue.
Y en la sombra del río,
Un disparo sonó.
Y de aquel sufrimiento
nació el lamento
de esta canción".
CRUZÓ EL RÍO CON UN CONTRABANDISTA
Lino también se pronuncia sobre el hecho de que a Aurora no le dejaron subir al barco con el cadáver pero consiguió atravesar el río antes incluso que el transbordador. No tiene dudas. “Se conocía a todos los traficantes y contrabandistas de las dos orillas. Seguro que convenció a alguno para que le cruzase con lancha. No había persona más testaruda que ella. Y no me extraña nada que eso sucediese así porque ese tipo de comportamientos los tenía cada día”.
Aquel suceso la marcó. A partir de ese instante pareció perder el interés por los hombres. El único al que le hizo caso fue a un chico gay enfermo de sida que había sido repudiado por su familia. Ella lo acogió en su casa hasta que falleció.
ENLOQUECIÓ Y SE APAGÓ
Fue a finales de los 80 cuando empezó a perder la cabeza. Enloqueció. Su envidiable físico ya no era tal, el contrabando no daba tanto dinero como la prostitución y los hombres la abandonaron. Su nieto se había marchado a trabajar a otra ciudad y se quedó sola. Fue ahí cuando adquirió síndrome de Diógenes. Llenó su casa de perros, gatos y basura. Pasaba el día revolviendo en los contenedores y que las asistentas sociales intentaban vaciar por las tardes. “Las sacaba de casa a hostias”, señala Lino. Su rutina diaria consistía en ir pidiendo por los bares “100 escudos (unas 80 pesetas) para tomarme un café”. 
Con 84 años se rompió la cadera e ingresó en una residencia geriátrica de la playa de Manta Rota (Portugal). Allí permaneció tres años. La enfermera Rosa Pereira pasó con ella la recta final de su vida: "Estaba postrada en una silla de ruedas y tenía una artritis terrible que apenas le permitía moverse. Pero jamás perdió su carácter. Cuando tenía que llamar a una enfermera se dirigía a nosotras como "Tú, cacho puta" o cosas peores. Era incorregible". Rosa confirma además que "se pasaba el día contando anécdotas de cuando se prostituía. Y cuando se enfadaba con alguien, con esfuerzos se echaba mano a la blusa y le enseñaba sus pechos, como dicen que hacía cuando era joven". 


Sin embargo, a pesar de lo agrio de su carácter al final de su vida y su escasa movilidad, Aurora "movía los brazos para bailar cada vez que le poníamos sevillanas, coplas o cualquier canción andaluza", rememora la cuidadora. 

Aurora falleció el 21 de enero de 2011. A pesar de haber sido casi un icono en Vila-Real de Santo António, poca gente se enteró de su fallecimiento, al haber pasado los últimos tres años de su vida en otro municipio. Sólo 4 personas asistieron a su sepelio: su nieto Lino, una trabajadora de la residencia y dos vecinas. "Murió de vieja y murió serena. Se le agotó toda la energía. Se apagó", sentencia su nieto echándose a llorar. "Es que no doy crédito. Todo el mundo conoce esa canción aquí. pero yo nunca imaginé que hablaba de mi abuela". 
"¡Ay, María la portuguesa!
Desde Ayamonte hasta Faro
se oye este fado por las tabernas.
donde bebe vinho amargo.
¿Por qué canta con tristeza?
¿Por qué esos ojos cerrados?
Por un amor desgraciado,
por eso canta, por eso pena".
¿QUÉ FUE DE LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA?
Al morir, Juan Flores dejó viuda y dos hijas. Su mujer nunca se acabó de recuperar de aquel suceso y ha declinado hablar de la cuestión. Lola, la hija menor, vive en Sevilla, trabaja cuidando ancianos y pelea por desmentir la versión que apunta a una infidelidad de su padre con aquella misteriosa mujer de negro. Su hermana pequeña reside en Alicante y no rehuye hablar del tema.
Sobre el cabo António Nunes (autor material del crimen) se contaron muchas leyendas. Fue condenado a 4 años de prisión de los que sólo cumplió 2. Explicaban en Ayamonte que vino tocado psicológicamente de la Guerra de Angola, y que tras el asesinato entró en prisión y fue abandonado por su familia. Este hecho provocó (presuntamente) que enloqueciese y fuese trasladado a un hospital psiquiátrico. Todo falso. Antonio Nunes sigue felizmente casado, trabaja de conserje en Vila-Real y, paradójicamente, se saca un sobresueldo cantando fados en los bares. Un fado como "María la Portuguesa". Al ser preguntado sobre la historia, sigue negando haber sido el autor material de los disparos: "De aquello hace mucho y yo quiero olvidarlo. Lo único que puedo decir es que yo no lo maté". 
El único testigo del asesinato, António Da Silva (socio del contrabandista tiroteado) reside en Castro Marim (lugar de los hechos), está a punto de cumplir 89 años y desmiente al cabo Nunes. "Si es capaz, que me diga a mí a la cara que no disparó", sentencia con rabia. Aún recuerda que "yo le traje el marisco a mi amigo Juan Flores y cobré 500 escudos para gasolina y 50 para un café. Llegué, vi como Nunes mató a Juan y cuando le empecé a gritar 'criminal', me contestó que si no me callaba me volaba la cabeza a mí también". 


Carlos Cano, el autor de la canción, falleció en diciembre de 2000. El periodista y amigo personal del cantautor Alejandro V. García recuerda que "se armó un lío tremendo con aquella muerte. Fue una noticia bomba. A poco de escribir la canción, Carlos me dijo un día: 'voy a acabar hasta el gorro de este tema'. Desde el primer momento fue muy consciente de la importancia que iba a tener María la portuguesa".


Aurora, por su parte, se apagó lentamente. Acabó sus días en una residencia geriátrica del Algarve, en silla de ruedas y repitiendo compulsivamente episodios acontecidos en su juventud. Sólo cuatro personas acudieron a su funeral. Sus restos reposan en el cementerio de Vila-Real de Santo António, a escasos metros de donde trabaja el autor de los disparos. Un crucifijo semienterrado y unas flores de plástico adornan su tumba. Cuentan los que la conocieron que Aurora bailó en numerosas ocasiones la canción "María la Portuguesa" pero murió sin saber que la copla hablaba de ella. 
¿Hubo un romance realmente entre Juan Flores y Aurora Murta? La canción dice que sí. Por el pueblo creen que también. Las respectivas familias lo niegan. El misterio, sin embargo, nunca será desvelado, porque los dos protagonistas se llevaron el secreto a la tumba. 
"¡Fado! Porque me faltan sus ojos.
¡Fado! Porque me falta su boca.
¡Fado! Porque se fue por el río

¡Fado! Porque se fue con la sombra".


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El Quijote se la suda a toda España

En España nos gusta mucho más quejarnos de los políticos que leer El Quijote, como se verá a continuación





En los últimos meses se ha repetido en Twitter una queja que más tarde ha hecho metástasis en tertulianos y en alguno de estos doctos políticos de la nueva izquierda (doctos por doctrinarios, me se entienda). La diatriba podría glosarse con estas palabras: “¡Es indignante que el cateto gobierno de España y su Ministerio de Incultura se mantengan indolentes en el sacro-santo año Quijote! ¡En Inglaterra las autoridades saben cómo celebrar a Shakespeare, no como aquí! ¡Qué pocos actos se celebran en España sobre nuestra obra más universal! ¡Oh, malogrado Cervantes, maestro de maestros! ¡Ah, políticos ignaros, balhurria moral y fiera!”. Etc.
Porque en España nos gusta mucho más quejarnos de los políticos que leer El Quijote, como se verá a continuación. Y como se puede ver también en cualquier otro momento, así como en las obras de buena parte de los escritores españoles.
Los hechos: A mi amigo Álvaro Colomer hay que recurrir cuando uno quiera enterarse del cauce que sigue la sangre literaria de Barcelona. Le pregunto por los actos del día y él me advierte de que hoy organiza el Centro Libre Arte y Cultura (CLAC) una charla sobre El Quijote. No es una charla cualquiera: conversarán en torno al libro la novelista posmoderna Laura Fernández, idólatra de Cervantes, y el estudioso Rodrigo Fresán, a quien podríamos caracterizar, por su erudición y nacionalidad, como posborgerno. Dos voces claras y sabias, pero sobre todo dos oradores amenos y accesibles. La clase de personas que uno pondría en los colegios para enganchar a la muchachada a la literatura.
El acto arranca ante las veinte estatuas y un público compuesto por siete señoras mayores, un operador de cámara y cuatrocientas cincuenta mil sillas vacías
Yo oigo el aviso de Colomer, recuerdo inmediatamente las reivindicaciones de la muchedumbre tuitera y tertuliana, y me digo: “habrá que llegar al acto antes de que las masas sedientas de cervantina abarroten la sala o no habrá dónde sentarse”. El CLAC quiere hospedar de nuevo a lo más excelso de la cultura en Barcelona, de donde la echó el provincianismo venido arriba -también llamado nacionalismo-, de modo que ha elegido para el acto un lugar grande y hermoso, una de las salas del Reial Cercle Artístic, en pleno centro.
Corro, sudo, gimo y llego diez minutos antes de que empiece la conferencia. Encuentro la sala abarrotada... de estatuas. Arriba hay doce colosos de piedra que sostienen el techo sobre sus hombros y abajo otras ocho estatuas, entre bustos y piezas de cuerpo entero, que contemplan con expresión nostálgica, desnudos o vestidos, el panorama de desolación, la absoluta ausencia de público para un acto sobre Cervantes.
Laura y Rodrigo llegan puntuales. El acto arranca ante las veinte estatuas y un público compuesto por siete señoras mayores, un operador de cámara, dos de las organizadoras de CLAC y cuatrocientas cincuenta mil sillas vacías. Miren: uno se abstrae en las palabras, para eso escribe al fin y al cabo. En primera fila, con el desamparo pesando sobre mi espalda tanto como el techo en los hombros de las estatuas, escucho con placer las interpretaciones que los eruditos aportan a la obra inmortal.
¿Dónde está esta ciudadanía indignada por la ausencia de arrope institucional a Cervantes? Protestando en su casa, frente a la pantalla
Alonso Quijano viajó a Barcelona para asestar una de las pocas estocadas exitosas de su vida: la que le metió en las tripas al villano Avellaneda, que se había atrevido a plagiar a su padre verdadero. Luego, en Barcelona, como en todas partes, al Quijote no le hacían más que perrerías. Le pusieron delante de una cabeza de bronce y le hicieron creer que hablaba. Después lo llevaron a conocer la imprenta, y ahora, cuatrocientos años después, lo echan a los perros imaginarios de una sala casi vacía.
Mientras Fresán y Fernández disertan sobre las cosas quijotescas de la vida, que son muchas en este tiempo en que al molino de viento se le llama generador eólico, yo me doy cuenta de que no hay nada más quijotesco que haber leído El Quijote. Como a Alonso Quijano, se me seca el seso y me arrastra la fantasía: casi puedo ver la sala llena.

Pero miro atrás y sigue vacía. Me dicen mis amigos Mario S. Arsenal y Joaquín Jesús Sánchez, ambos devoradores de libros, que en los actos celebrados en Madrid está pasando lo mismo. ¿Dónde está esta ciudadanía indignada por la ausencia de arrope institucional a Cervantes? Protestando en su casa, frente a la pantalla. 




LA NIÑA Y LA MARIPOSA


 Cosme Jiménez Villahermosa  
17- febrero-2012

Sé que me acabo de despertar. Estoy absolutamente segura. Pero este reencuentro matutino está siendo más complejo que otros días. Tengo la rara sensación de no reconocerme. Doble despertar, diría yo. Por un lado me siento  la niña de ayer; por el otro, noto que se superpone una persona diferente. Me lo está diciendo el espejo, mi conciencia, el desconocido y agradable olor de mi cuerpo, el de la mañana...  Me cuesta aceptar que, conmigo,  se ha despertado otra Sonia. Ya sé que no puede ser, pero ¿cómo podría traducir en palabras lo que estoy percibiendo? Seguramente mamá sabrá explicármelo, aunque si no atino a decirle lo que me ocurre, podría preocuparse. Porque, ¿le digo que hoy no me apetece llevarme al colegio el osito de peluche, que me resulta ridículo? ¿Le cuento que me he pasado delante del espejo el doble de tiempo que otros días por si veo a Raúl y le confieso que no estoy segura de ser yo? ¿Protesto porque empieza a sentarme mal que me digan “la niña”? ¿O se lo explico con esta caja de gusanos de seda diciéndole que soy a la vez el gusano y la mariposa?
En realidad llevo varias semanas sorprendida de mí misma. Pero hoy, más que sorpresa, encuentro placer. Placer en el peinado, en la falda que he escogido, en hurtarle a mamá la barra de labios,  en ver esta luz de la mañana que entra generosa por el balcón abierto de la alcoba. Me dejaré en casa mis mascotas, los muñecos de siempre.  Hablaré de esto con mi amiga Tere. Hace tiempo que ella tampoco se los lleva.
Empiezo a esclarecer la conversación que mantuve con mamá. Con qué delicadeza me lo contó. Me dejó esta bolsita para que la tuviera a mano. Intuí desde que me desperté, que este día iba a ser diferente. Creo que soy consciente de mi propia metamorfosis. Qué feliz se va a poner mamá cuando le diga que hay en casa otra mujer.

                                                     
                                               

                                       


La poesía es la bien pagá: un género con más subvenciones que lectores
Premios, boato y poca sustancia definen la poesía en España. ¿Qué pensar de un género que tiene más dinero que lectores?

17.03.2016  05:00 H.

Si uno pasa un rato largo en una librería, es difícil que no llegue a una sección que guarda muchas similitudes con el interior de una tienda de placas y trofeosen el centro de Albacete. Es la sección de poesía. 1º Premio de Natación, Accésit de Ajedrez, Mención Especial en Balonmano Alevín... leemos en las plaquitas de la tienda de trofeos. 1º Premio de Poesía, Accésit de Juegos Florales, Mención Especial de Sonetos Amorosos... leemos en la sección de poesía.
La evolución del verso en España, desde el romancero a nuestros días, pasando por Lope y Espronceda y el 27, es la historia de una institucionalización. Casi nada que hoy tenga que ver con la poesía carece de subvención, sea ésta pública o privada, de modo que los poetas, que habitaron en tiempos las buhardillas más miserables de París, se han convertido en una nueva clase de funcionario, el interino lírico.
Hace nada se ha entregado el premio mayor de este género en España, auspiciado por la marca de ropa de lujo Loewe, con gran afluencia de poetas antaño inopes y hoy aseadísimos, muy cómodos en el salón espléndido de un hotel de cinco estrellas, donde sólo de casualidad alguien diría que la vida merece un verso.
 
Entrega del XXVIII premio Loewe de poesÍa

Dinero público

No pasa nada porque Loewe lleve varias décadas creyendo que la poesía vale algo. Es más grave que decenas de ayuntamientos en toda España crean que entregar miles de euros a poetas sea mejor que -incluso- robarlos.
Burgos, Melilla o Barbastro retiran de sus fondos públicos unos treinta mil euros por ejercicio para dárselos a un libro de poemas, libro que casi siempre viene firmado por el mismo poeta que ganó otro premio en la ciudad vecina y avalado por un comité de expertos que, casualmente, se pasa el año entero dando premios a un puñado de liróforos escandalosamente reiterativos. Martín López Vega lo cuenta muy bien en este artículo.
Entiendo que alguien le cuela en algún momento al concejal de cultura de una ciudad mediana o pequeña que la poesía hay que fomentarla, y que nada mejor para ello que fundar un premio y soltar amarras en el presupuesto de cultura. El concejal, ingenuo como una oveja, cree que promociona la escritura y la lectura del noble arte de Quevedo, y así pasan los años regados de millones y nadie acaba de comprobar si tanto empuje por parte del erario público ha servido para que una sola persona en todo el país despierte a las delicias del poema.

Pasan los años regados de millones y nadie comprueba si todo el dinero del erario público sirve para que una sola persona lea un poema

De hecho, puede afirmarse sin margen de error que todo el dineral que han dedicado decenas de ayuntamientos, diputaciones, conserjerías -amén del ministerio de Cultura- a promover la poesía en España ha dado un resultado igual a cero. No sólo no leemos poesía, sino que ningún poemario premiado es tenido en cuenta por la propia poesía española pasadas 24 horas desde su publicación. ¿Están los poetas inquietos por la falta de lectores para libros que han escrito con todo el amor del mundo y que les han reportado 15 o 20 mil euros? No, no están inquietos. Les importa un huevo.
Cuanto menos talento tiene un autor, más pequeño es el lugar donde se cobija. El género de la poesía cobija tantos autores mediocres y tantos vendedores de humo que es normal que lo último que quieran es que abras sus libros. Sobre la catadura estética del falso poeta ha publicado una novela muy simpática David Pérez Vega: 'Los insignes”

Igual que Neymar
Con todo, el poeta que no es de postal me cae casi peor. Al igual que Cristiano Ronaldo o Neymar, el poeta serio gusta de hablar de sí mismo en tercera persona, otorgándose toda esa importancia que procura el distanciamiento. “El poeta mira la vida”, “el poeta trabaja con la silencio”, “el poeta...” dicen los poetas sin parar, mientras se ajustan el pañuelo del cuello.  
Antonio Gamoneda es uno de los autores de poesía más valorados en nuestro tiempo. Practica esa poesía que, como hacía Andrés Trapiello con los poemas de Octavio Paz, puedes cambiarle los versos de sitio y ni se nota. Últimamente ha salido en los papeles al hilo de sus problemas con el fisco. (¡Quién le iba a decir al poeta famélico del XIX que al poeta del XXI le reclamaría dinero Hacienda, igual que a Messi!)
Pues bien, va Gamoneda y afirma que, como no le cambien la ley, deja de escribir. Lo tiene claro: entre el dinero y la poesía, se queda con el dinero.

Y así todos.







                                        SOBRESALTO EN EL MERCADO DE                   MANZANARES




Mercado accidentado del 22 de mayo de 1929

A primeras horas de la mañana del miércoles 22 de mayo de 1929 marchaba por la vereda, desde el Cristo de las Agonías hacia el pueblo, un nutrido rebaño de toros y novillos mansos, animales siempre difíciles de conducir por mayorales y rabadanes. Al pasar frente a la Fábrica de Harinas el imprudente conductor de un automóvil asustó a la manada, de forma que los toros en lugar de seguir por la calle del Río, trayectoria establecida para el cruce del pueblo, enfilaron corriendo por las de Durán y Carmen, presentándose en la Plaza cuando el mercado estaba más concurrida de público.

            La inesperada aparición de unos trescientos toros desmandados causó gran impresión y espanto entre la gente. En medio de una tremenda confusión clientes y mercaderes presos del pánico corrían en todas direcciones ante el temor de ser arrollados o corneados. El griterío del personal acentuaba el espanto de los animales que arrasaron mercancías y tenderetes. La mayoría de los puestos con sus géneros rodaron por el suelo y las lunas de algunos escaparates resultaron destrozadas. En la desesperada búsqueda de un lugar donde refugiarse hubo caídas, ataques, cortes y magulladuras. Al menos seis personas tuvieron que ser atendidas en la cercana Casa de Socorro, aunque todos ellos tenían lesiones de carácter leve.

             Los toros siguieron su carrera diseminándose por varias calles del pueblo e incluso penetrando en algunas casas cuyas puertas se encontraban abiertas. Por fin, tras varias horas de trabajo, los vaqueros pudieron reducir a las bestias y seguir su camino. Afortunadamente no hubo que lamentar desgracias personales graves y el incidente acabó con un buen susto y algunos daños materiales de menor cuantía.


Fuente: Periódico Vida Manchega. Manzanares bajo el reinado de Alfonso XIII, Antonio Bermúdez García-Moreno.

  Membrilla “La pequeña Rusia” de La Mancha

26 diciembre, 2015

Publicado en 


Teniendo en cuenta todo lo acaecido durante la II República y la guerra civil, el artículo nos data del 15 de abril de 1937, con casi un año de funcionamiento de las colectivizaciones en Membrilla, ya que comenzaron a funcionar en agosto de 1936. Con la llegada del frente popular,  surgió la radicalización en el campo y la progresiva expropiación de tierras y colectivización de las mismas.

La localidad de Membrilla contaba con 8.000 habitantes antes de la Guerra Civil. Durante el gobierno republicano, se aprobaron diversas leyes y una reforma agraria para paliar el problema del campo, pero como en todos los lugares de España, estas medidas no llegaron a nada y los obreros de Membrilla se sintieron decepcionados con los políticos republicanos a pesar de esto no decidieron dejar de lado la política si no involucrarse de forma más activa. En el municipio de Membrilla no contaban con industria y el número de patrones agrícolas era insuficiente para contratar a todos los campesinos membrillatos. Al igual que en los restos de localidades del territorio español, se llevaron diversas huelgas en la localidad de Membrilla. Cabe decir que lo que más se contaba en Membrilla era el pequeño arrendatario.
Contando en el pueblo con solo dos formaciones políticas-sindicales como eran CNT e Izquierda Republicana, que a pesar de sus discrepancias ideológicas mantuvieron buenas relaciones y supieron colaborar juntos expresando Izquierda Republicana gran solidaridad al sindicato anarquista, ya que este era mayoritario en el pueblo.
La tradición anarquista de este pueblo viene de 1915-1920, cuando grupos de trabajadores con ideas anarquistas se reunían en el pueblo y contando con el apoyo unánime de sus simpatizantes, decidieron crear en 1920 la CNT en Membrilla.


Poco después se abriría una Escuela Racionalista, la cual viene mentada en la fuente histórica, en la que se impartirían clases de alfabetización, sociología y humanidades. La dictadura de Primo de Rivera la clausuraría en 1923, pero se volvió abrir en 1931 por la proclamación de la II República. Aunque censuraran la educación, algunos de los campesinos del pueblo se formarían en la ideología anarquista con autores como Anselmo Lorenzo, para poder afrontar los tiempos que esperaban.
Cuando explotó la Guerra Civil el pueblo se quedaría en un estado crítico, contando estos con la esperanza de la “Caja de Ahorros Comunal de Solidaridad” que pensaron que paliaría la situación económica-social tan negra en la que se encontraban, pero la sorpresa fue cuando se encontraron tan solo 30.000 pesetas. Muchos ante esto decidieron partir hacia el frente.
La colectividad de Membrilla no empezó su andadura con las riquezas que había encontrado en el pueblo, sino con la pobreza de sus componentes[1]. Cabe decir que a pesar de esta difícil situación se trabajaba duro pero también se comía.
Ante la situación de pobreza, el alcalde y sus ayudantes se inhibieron de toda responsabilidad y dejaron el control a los componentes de CNT-Membrilla, los cuales aceptaron la colaboración de Izquierda Republicana. 
Como en muchos lugares de la mancha, aquellos que eran propietarios de tierras decidieron huir al bando de los sublevados, se aplicó el decreto promulgado durante la guerra y aquellas tierras abandonadas pasaron a la colectividad.

                         
Se crearía un Consejo de Administración/Municipal, como bien dice la fuente periodística y seria formado por diez miembros de la CNT y cinco de IR. Además se crearían cuatros comisiones;
·         Comisión de Agricultura; que se encargaba de contar y proporcionar el material, tierras y ganado para el trabajo. Esta comisión contaba con cinco trabajadores al tanto de ella.
·         Comisión de Abastecimientos; se encargaba de distribuir los víveres y alimentos en la población. Esta comisión comenzó con dificultades, controlaron una máquina de harina cerrada, la cual hicieron funcionar rápidamente y un matadero industrial. Se mantuvo relaciones con otras colectividades para realizar un correcto funcionamiento de la comisión. Esta comisión es nombrada por el presidente del consejo en la fuente periodística afirmando que es una de las mejores acciones que el consejo ha llevado a cabo. Hay que tener en cuenta también la grave situación económica que se estaba atravesando en el municipio y en el resto del país.
·         Comisión de Vivienda y Sanidad; relación de viviendas y casas abandonadas para recoger a los refugiados de guerra. De la sanidad se ocupaban tres médicos colaborando de forma altruista con la comisión.
·         Comisión de Defensa; grupos de obreros que defendían el municipio, relevándose en turnos.
·         También se crearon delegados de trabajo para controlar el trabajo y la producción.
La educación, vivienda y sanidad eran gratis independientemente si fueran miembros de la colectividad o independientes. En Membrilla se diferencian del resto de colectivizaciones ya que como se dice vulgarmente “abolieron el dinero”, se entregaba una tarjeta de productor y consumidor, presentándola en cualquiera de los economatos existentes, el campesino podía adquirir cualquier artículo de consumo o útil necesario para el abastecimiento de su hogar. Se eliminaron los alquileres de las casas, además de que el agua era gratis. Los vales suplantaron la moneda, para poder ser utilizados en cualquier establecimiento de la localidad.
Los pequeños propietarios o individualistas, fueron libres de hacer con sus propiedades aquello que estimaran oportuno.
En torno a la industria que no existía en Membrilla se creó una fábrica de alpargatas y un taller de zapatería. Resaltando la fábrica de extracción de aceite de oliva “Rosa del Azafrán”.
Por último destacar las medidas tomadas en torno a la enseñanza, mencionada en la fuente periodística elogiando la Escuela Racionalista, afirmando que ya la querrían en otros lugares y los libros que se encuentran en la misma.
La Escuela Racionalista de Membrilla, contaba con técnicos especializados de las materias que se impartían, ayudando a paliar el analfabetismo y crear una mentalidad nueva acorde con los cambios que se estaban dando. Se realizaban también obras teatrales que eran de interés general entre toda la población.
A modo de conclusión, la fuente extraída del periódico castilla libre, nos da una breve idea de las cosas que pasaron en los años de la Guerra Civil en la localidad de Membrilla. Se analiza lo que pasó a nivel nacional para llegar a esto y como afectó en la localidad estudiando los casos y cambios en localidad. Membrilla es un ejemplo curioso de la revolución agraria que se llevó acabo en nuestro país, además de ser un ejemplo al mundo y a modo de anécdota de otra forma de vivir  que en la historia quedará reflejada, como otra forma de convivir.
[1]Caba Guijarro, Juan; El Colectivismo en Membrilla 1936-1939, 1981, Ciudad Real.
BIBLIOGRAFÍA
-Rodrigo González, Natividad; Las Colectividades Agrarias en Castilla-La Mancha, 1985, Toledo, Ed; Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
-Caba Guijarro, Juan; El Colectivismo en Membrilla 1936-1939, 1981, Ciudad Real.







 


                                




 EL ÁNGEL DEL AUTOBÚS.
                                        (cuento de Navidad)
José Luís Martín Descalzo.

Me sucedió en Roma. Una tarde de noviembre, cuando asistía como periodista a una de las sesiones del último sínodo de obispos, iba yo, con mi crónica en el bolsillo, camino de la central del télex para transmitir mis noticias al periódico. Y he aquí que, en una de las paradas del autobús, que iba casi desierto, una barahúnda de chiquillas, con sus vivos gritos y sus trajes de colores chillones, se coló dentro, como si de un hato de cabritillas se tratase. «Diecinueve billetes», pidió la monja que las acompaña.

Y de pronto el autobús se convirtió en una ensaladera de bullicio. Fue entonces cuando la pequeña se acercó a mí con su bloc en la mano. Aún la estoy viendo: su abriguillo rojo, el pelo castaño, recogido al fondo de la nuca, unos vivarachos ojos negros.

-¿Qué es para usted la Navidad? -me preguntó.

La miré por un momento desconcertado, sin entender a qué venía aquello.

-Es que nos han mandado en el cole que hagamos una encuesta.

Entendí. Las dieciocho chiquillas enarbolaban sus terribles bolígrafos y sus cuadernillos, dispuestas a asaetearnos a todos los viajeros del autobús y a todos los peatones de Roma si fuera necesario.

-¿Qué es para usted la Navidad? -insistía la chiquilla.

Me era difícil contestar de prisa a esta pregunta. Decir simplemente: «Navidad son los días más bellos del año», hubiera sido cómodo. Y tal vez la cría se hubiese alejado satisfecha, pues ella no buscaba tanto recibir respuestas interesantes cuanto el poder decir a la monja que había entrevistado a trece en lugar de doce.

Podía también contestar que «Navidad son los días de vivir en familia». Pero entonces tendría que añadir muchas explicaciones. Pensaba en mi madre muerta años antes. Recordé qué distintas eran las Navidades «con ella» y «sin ella». ¿Debería entonces explicar a la niña que no hay una Navidad, sino muchas, y que cada Navidad es irrepetible dentro de nosotros?

¿O tal vez ... ? ¿No decepcionaría yo a esta niña si no le daba una respuesta religiosa, yo, sacerdote? ¿Debía entonces contestar- le que cada Navidad era como una vuelta de Jesús a nosotros? Pero pensé que en este caso debería añadirle que para mí, sacerdote, Navidad lo era cada mañana, en mis manos, a la hora exacta de la consagración.

Miré a la pequeña que me esperaba aún con sus grandes ojos abiertos y su bolígrafo posado ya sobre su blanco bloc. Sí, pensé: tal vez debería explicarle yo ahora mi definición personal de la Navidad: «Son los días en que cada hombre debe resucitar dentro de sí lo mejor de sí mismo: su infancia.» Pero ¿entendería la pequeña mi respuesta, ella que, con toda seguridad, estaba ya deseando convertirse en «señorita», dejar lejos su infancia y su colegio, peinarse con una hermosa melenita y abandonar los calcetines rojos?

Estaba allí con sus grandes ojos, como un pequeño juez, expectante, ansiosa de mi respuesta. Fui vulgar. Dije: «Navidad son los ellas más hermosos del año.» Y vi cómo la cría copiaba mi frase, feliz, simplemente porque, buena o mala, allí tenía una respuesta más para transcribirla mañana en su ejercicio.

-¿Qué quiere usted decir cuando dice «felices pascuas»?

La pequeña seguía mirándome, inquisitiva, como si tuviera perfecto derecho a mis respuestas. Y otra vez me encontré encajonado en aquella segunda pregunta que debía contestar a boca- jarro.

¿Qué es lo que yo quería decir cuando digo felices pascuas? Nunca me lo había preguntado a mi mismo. Son frases que se dicen y escriben a derecha e izquierda sin pensarlas. Pero ¿qué es lo que verdaderamente deseo cuando hago ese augurio? ¿Deseo felicidad, salud, dinero, paz, bienestar, hondura cristiana, serenidad de espíritu? Tal vez debía responder que deseo una cosa distinta cada vez que lo digo: que al pobre le deseo un poco de segura tranquilidad; que al joven gamberro le deseo algo de la serenidad que tiene su padre y a su padre le deseo la vitalidad que tiene su hijo; que a la monja le deseo la potencia apostólica que tiene mi amigo el jocista y que a mi amigo el jocista le deseo la visión sobrenatural que tiene la monja. Pero todo esto era demasiado difícil de explicárselo a la pequeña periodistilla que esperaba allí, bolígrafo en ristre, mientras nuestro autobús trotaba por las calles de Roma.

-Paz -le dije-, cuando digo «felices pascuas» deseo ante todo paz.

La pequeña copió de nuevo mis palabras. Me dio las gracias. Y se marchó corriendo hacia el fondo del autobús, donde la esperaban sus compañeras.

-¿Qué te ha respondido, qué te ha respondido? -oí que le preguntaban.

Y luego se" escuchando sus comentarios infantiles, gritados a dieciocho voces:

-Yo ya tengo once.

-Yo sólo dos. En mi casa son todos unos sosos.

-Es que yo pregunté a los vecinos del piso de arriba...
-Hombre, así...

El autobús había llegado ya a mi destino y bajé de él. Las periodistillas siguieron viaje y vi cómo estudiaban los rostros de los nuevos viajeros que entraban, cavilando sobre a quiénes podrían hacer víctimas de su inocente atraco.

Cuando me alejé, las calles me parecieron distintas. Faltaban aún casi dos meses para la Navidad, pero, de pronto, alguien me había chapuzado en ella. Y la niña del abriguito rojo me pareció un ángel anticipado para anunciarme el gozo que llegaba.

¿Qué es para ti la Navidad?, me pregunté. Ahora ya no debla contestar con prisa, puesto que nadie esperaba mi respuesta bloc en ristre. Ahora habla que contestar de veras. Ahora era necesario descubrir si después de cincuenta y tantas Navidades vividas en este mundo seguía yo aún sin saber qué era aquello.

Deambulé por las calles como un sonámbulo. Y desde entonces me ha ocurrido muchas veces: estoy reunido con mis amigos y, de repente, me quedo como transpuesto. Alguien estalla entonces, riéndose de mí, y dice que estoy en las batuecas. Y no es verdad: es que sigo, sigo tratando de encontrar la respuesta a las dos preguntas de la chiquilla. Porque son importantes.

¿Y la he encontrado? Todavía no. Habrá que darle aún muchas vueltas en la cabeza. Pero estoy completamente seguro de que si este año entiendo la Navidad un poco mejor y si saludo a mis amigos con un felices pascuas menos frívolo..., la culpa, la deliciosa culpa, será de aquella chavalilla del abrigo rojo, mi ángel del autobús romano que me anunció la Navidad anticipadamente.







CONCIERTO DE FRANCIS ALHAMBRA






Fue un privilegio -y un honor-, haber sido invitado, junto a una docena de personas, al concierto “privado” del cantautor Francis Alhambra.
En la tarde-noche del sábado 28 de Noviembre, en el admirable marco de una cueva natural, cavada en la misma  piedra y propiedad del anfitrión, Francis fue desgranando canciones escogidas de las más de trescientas cincuenta de que es autor,  para deleite y complacencia de quienes venidos de diferentes puntos de la geografía regional, escuchábamos embebidos.
Hizo un recorrido por varias etapas de su trayectoria musical, interpretando con su voz dulce, delicada y repleta  de matices, ahora canciones de amor o desamor, luego poemas “musicados” de amigos, después  composiciones venidas a su mente en el cotidiano transcurso de los días que retrataban con sutileza los ¿despojos humanos de la vida?, que el autor, situaba en “una rotonda cualquiera”, para finalizar con las más recientes composiciones, quizá inéditas todavía.
Al terminar la intervención, Rosa, una poetisa amiga suya, leyó unos versos  escritos para este momento.


Una hora de música y varias de tertulia en un entorno mágico, bellamente adornado e iluminado, compartiendo charla intrascendente con un grupo de amigos, que agasajaron con su aplauso todas y cada una de las interpretaciones de Francis.
Gracias Francis por tu música y amistad.












A JUAN  LOPEZ  MIRA


A Juan LópezMira, poeta y amigo,
con motivo de su fallecimiento.






Esperándote en el cielo

estaban Pepita y Dios,
allí tan juntos los dos
gozando con todo anhelo
de poder contar con Juan,
discípulo inseparable,
siempre alegre y muy amable,
unido a ellos con su afán.

Pronto llega Navidad
y no vendrá el villancico
de contenido tan rico
de nuestro querido Juan.

Más, desde arriba en el cielo,
formando la “Trinidad”,
Pepita, Jesús y Juan
compartirán su consuelo.

Gozarán felicidad
disfrutando en ese mundo
tan querido y tan profundo
todo exento de maldad.



                                            Pascual Muñoz
                                                                                     






HA MUERTO UN BUEN HOMBRE.



El pasado día cinco de este mismo mes, se recibía en nuestra Asociación un e-mail  anunciándonos la triste noticia del fallecimiento de Juan López Mira.
Debo confesar que nunca conocí personalmente a Juan y no recuerdo cuando fue mi primer contacto con él  vía e-mail o correo postal. 
Mi “trato”  ha sido siempre desde la distancia y por medios escritos.
A pesar de ello, he percibido la figura de una persona bondadosa, culta, familiar, muy amiga de sus amigos, educada, elocuente, enamorada de su profesión (maestro de escuela), como el apuntaba con sano orgullo, muy de su tierra y de los suyos,  amante de la “mecánica”,  y con tendencia a “fabricar” poemas.  
Por sus regulares y frecuentes comunicaciones  he sabido que era natural de Manzanares, hijo de “maestros de escuela”, que su madre, de nombre Ángela ejerció su profesión como interina en Membrilla, y  residía en la calle de La Botica en la “casa del balconcillo”.
He conocido también, que estando en el Servicio Militar Obligatorio, en Madrid, en uno de sus poco frecuentes permisos, conoció a quien fue su compañera “de por vida”; Pepita Moraleda García (Josepha de la Mancha), hija de Doña Carmen, también maestra, y con la que ha tenido unos cuantos hijos/as que le han dado un buen número de nietos.
Su noviazgo fue largo y no exento de dificultades, para arribar un 11 de junio allá por el año 1955 al tan ansiado matrimonio.
Por todo esto eran frecuentes sus desplazamientos a Membrilla, lo que le llevó, (fruto de su ingenio) a colocar a su bicicleta  “un motorcillo de gasolina o explosión” que hacía más llevadero el trayecto y a la vez avisaba a su amada  de su llegada.
Supe, por sus comentarios,  como conoció personalmente a Don Severo Ochoa en su localidad de origen, Luarca,   y como le emocionó el apretón de manos de aquel hombre “tan sencillo  y cordial”.
Me anunciaba en sus escritos, sus frecuentes y repetidos  envíos de Libros “de todas las especialidades, pero principalmente de radio” (ya que él era un gran aficionado a la radiotécnica), a  la Biblioteca de nuestra localidad.
A mí también me obsequiaba con sus poemarios.
“Golondrinas viajeras”, es un compendio de poemas-sonetos “dedicado en su parte central al pueblo de Membrilla, que llevo en el corazón desde que una membrillata  me inoculó el virus del AMOR, y en mi vida fue el eje de la misma, novia, esposa, amante, madre de nuestros hijos y mi profesora sonetista”, proclama en su prólogo.
Añoraba Juan (y Pepita) volver a Membrilla, “aunque solo sea para despedirnos” decía, para continuar apostillando “aunque por ahora no  es factible”.
Enviaba puntualmente sus correos semanales acompañando el “Evangelio del Domingo” y un comentario de José Antonio Pagola, Vicario General de la Diócesis de San Sebastián.
Era conocedor puntual de muchos de los hechos ocurridos en nuestra localidad. Estaba al tanto de cuantas actividades celebraban “Los Faranduleros”, desde su creación y se alegró mucho cuando supo de la celebración del “ATARDECER EN TORNO AL QUIJOTE” a la vera de su “querido y mil veces recorrido” Caminillo de Manzanares.
Me prometió el envío de un soneto con el que sumarse, al menos en espíritu, a este acto poético, y que debía ser leído en su nombre. El soneto nunca se recibió en esta Asociación. Se lo impidió la delicada salud de que gozaba.
 En fin… gocé de su amistad sincera, y lejana por la distancia.

Allá donde estés, Juan, gracias por tu franca mistad, tus consejos sabios, los excelentes ratos que hemos compartido en la lejanía, por tus poemarios a los que añadíais (Pepita y tu) dedicatorias llenas de ternura.
Creo, que siempre te recordaremos con cariño.
                                                                                         
                                                                                   Un farandulero.   




Cosme Jiménez con la creatividad a flor de piel

(Comentario que hace en su blog la profesora de literatura Carmela Fischer).



Cosme Jiménez (Membrilla, 1948) fue maestro y ahora, que ya está jubilado, se dedica a escribir y a pintar. Lo conozco desde hace varios años y siempre me han cautivado su amabilidad, su inteligencia y el amor que siente por su familia. Cosme posee un sentido del humor arrollador y se desenvuelve a la perfección como cronista de la realidad, con todas las aristas que ésta tiene. Se divierte escribiendo y es capaz de conmoverse con sus propios textos, sin perder de vista las tácticas del oficio. 

El cuento que hoy quiero darles a conocer es un gran cuento. Cosme lo escribió hace algunos años y siempre ha sido uno de mis preferidos. 


 LA ESPERA
Cosme Jiménez Villahermosa
         
Me veo con mi madre sentado frente al fuego, en la cocina. Hace ya un buen rato que he vuelto de jugar al escondite en el corralón del amo. Era imposible continuar porque la oscuridad nos envolvía.  
Mi padre vendrá pronto del campo y tengo que hacer los deberes de la escuela antes de cenar. Como la ventana no da ya la luz que necesito,  he puesto la mesilla delante de la chimenea. Mientras arden las cepas hago  la tarea escolar.  Mi madre retiene lo que puede el fuego, pues tendrá que reavivarlo después cuando llegue mi padre del campo. Será necesario calentar agua para que se lave; no podemos echar cepas sin control. Ella piensa que mientras vea yo y se mantenga el gorgoteo del puchero, que bien atrancado con el morillo cuece el potaje, lo demás puede pasar. Puede pasar el frío que nos da en la espalda, aunque se nos queme la cara;  puedo pasar yo confundiendo los números que se difuminan en la sombra de mi mano; podemos pasar sin encender la luz  porque sería un derroche si saltáramos del mínimo…
            Ya he terminado mi trabajo. He colocado la mesilla en su lugar, acompañado por las largas sombras temblorosas que se proyectan en el blanco amarillento de la pared y he vuelto a hacerle compañía a mi madre. Me entretengo hurgando en la lumbre con las tenazas intentando comprender la grandeza y los misterios del fuego. Mientras me concentro en el rojo amarillento de las ascuas, no puedo remediar sentir un escalofrío al recordar a don Elías en la catequesis: “las almas pecadoras se consumirán eternamente en las llamas del infierno”. Mi madre retira el puchero. Lo tiene arrinconado y bien protegido, no vaya a ser que una cepa traidora caiga sobre él y arruine nuestra esperada cena. Sería difícil sustituirla. En la despensa sólo se ven algunas patatas y, con un poco de suerte, en el gallinero podría quedar algún huevo puesto a última hora de la tarde.
          A cada momento que pasa aumenta su preocupación. Hace ya más de dos horas que es  noche cerrada.  Ya debería haber venido mi padre. Mientras coloca las cepas con el pico del badil, un rosario de negros presagios recorre su mente. Lo evidencia ese cabeceo de siempre mezclado  con suspiros. Oigo, dolido, su silencio. Tantas desgracias contadas, algunas sufridas, tantos peligros posibles... ¡Maldita angustiosa espera!  Yo no sé qué decir, pues temo que se eche a llorar. Por hacer algo, intento reavivar un poco el fuego y soplo con el fuelle. Como he saltado hacia atrás asustado por las  bolluscas, mi madre se ríe. A mí me refresca el alma su sonrisa y aprovecho para decirle que ya no puede tardar mucho y que le habrá entretenido el amo, que ya sabemos que es un tranquilón.  Para evitar la tensión de la escena, intento leer los nombres del mapa-hule de la mesa redonda: aquí está Jaén, aquí Granada… De pronto se enciende la luz y suena una voz que nos rescata de todas las negruras: “Es que sois tontos o estáis de velatorio”. La vida volvió a mi cocina y los miedos se esfumaron por la chimenea.

                       Publicado en la Revista Literaria “Manxa” nºXLII-primavera 2011


                                                                                        

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